domingo, 3 de agosto de 2008

Ignacio de Loyola

Este es el hombre al que Dios dio la gracia de vivenciar, reflexionar y entregar a otros -abiertos al querer de Dios en sus vidas- su proceso de conversión. Dios le invitó a una vida de conocimiento interno de su Hijo Jesús de modo que todo en Ignacio fuese vida en el Espíritu de Jesús. Vida en el Espíritu gracias a la fe en el Señor le llevó a un intenso amor por la persona de Jesús. Así enamorado del Señor, Ignacio no podía contentarse hasta que su servicio a su Amado le condujera a compartir todo con el Señor: su intimidad con el Padre, su amor compasivo por los pecadores, su predilección por los sencillos y la burla, las humillaciones, hasta beber -según el designio de Dios- el oprobio de la Cruz de Jesús. A todo esto nos conduce el Espíritu a través de los Ejercicios Esprituales Personalizados.